Siento que Jesús esta cada vez más cerca de mí. Ha permitido estos días que caiga en el mar, que me ahogue en la consideración de mi miseria y de mi orgullo, para hacerme comprender hasta que punto tengo necesidad de él. En el momento en que estoy a punto de hundirme, Jesús, caminando sobre las aguas, viene sonriente a mi encuentro para salvarme. Quisiera decirle como Pedro: Apártate de mi Señor, que soy un pecador, pero la ternura de su corazón se me adelanta y con la dulzura de sus palabras me dice: No tengas miedo.
¡Ah, nada temo a tu lado! Descanso enteramente en ti: como la oveja perdida, siento los latidos de tu corazón; Jesús, una vez mas te digo que soy todo tuyo, tuyo para siempre. Tu eres verdaderamente grande; sin ti no soy más que una débil caña, pero apoyado en ti soy una columna. No debo olvidar jamas mi miseria, no para temblar continuamente, sino para que a pesar de mi humildad y mi confusión, me acerque cada vez con mas confianza a tu corazón, por que mi miseria es trono de tu misericordia y de tu amor.
Beato Juan XXIII
¡Ah, nada temo a tu lado! Descanso enteramente en ti: como la oveja perdida, siento los latidos de tu corazón; Jesús, una vez mas te digo que soy todo tuyo, tuyo para siempre. Tu eres verdaderamente grande; sin ti no soy más que una débil caña, pero apoyado en ti soy una columna. No debo olvidar jamas mi miseria, no para temblar continuamente, sino para que a pesar de mi humildad y mi confusión, me acerque cada vez con mas confianza a tu corazón, por que mi miseria es trono de tu misericordia y de tu amor.
Beato Juan XXIII
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