domingo, 25 de agosto de 2013

La puerta estrecha y los horizontes amplios


Somos libres para tornar la mirada del alma al Salvador, y somos también libres para obstinarnos en su rechazo.

Dios ofrece su salvación a todos por igual. Ya no bastará con pertenecer a un pueblo, a una raza, a una cultura para salvarse, sino que la entrada en el reino, se realizará por la opción personal y por la adhesión individual al mensaje vivido en la práctica de cada día: hay que adherirse al mensaje de Jesús y ponerlo en práctica.

La salvación, como el reino de Dios, no es una realidad perteneciente a la otra vida, al más allá, y que, por consiguiente, sólo se puede alcanzar después de la muerte; la salvación del hombre consiste en participar de la vida de Dios.


Salmo 115 - Alzaré la Copa de Salvación interpretado por el Coro de la Parroquia de Santo Domingo de Ourense








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